Alberto García Reyes y Francisco Robles protagonizaron el pasado lunes un bello anuncio de la Coronación de la Virgen de la Paz.

El mano a mano entre los dos periodistas se convirtió en diálogo con la blanca Virgen como testigo, con soleares y versos convertidos en aplausos finales. Con una iglesia de San Sebastián que colgaba el «no hay billetes»; el palio, que presidía el templo; y la imagen, sirvieron como hilo argumental para un recorrido de vivencias personales en torno a la hermandad del Domingo de Ramos.

Cuando el reloj marcaba las nueve de la noche, el pregonero de la Semana Santa de 2015 y primitivo «legionario del Porvenir», Francisco Berjano, abrió el camino a Reyes y Robles tras los sones de la marcha «Virgen de la Paz» de Pedro Morales, interpretada por el grupo de cámara Santa Cecilia.

Berjano anticipó estar «en vísperas de algo ansiado por nuestra hermandad. Vamos a parar el tiempo que esto ya está aquí y queremos saborearlo». La hermandad hoy quiere dar noticia que la Virgen, en su a advocación de La Paz, será coronada». En palabras a los dos periodistas, Berjano aseguró que «pocas veces algo así estuvo en mejores manos».

García Reyes adentraba a los presentes: «venimos a hacer lo que hacemos todos los días, dar una noticia. Contar algo que va a suceder. Nuestro por qué a la Virgen de La Paz». Recuerdos en la puerta de un templo hace veinte años para ver salir la cofradía, «el encuentro con la Virgen de La Paz, una «intimidad» narrada a todos los espectadores.

«Te he dicho alguna vez que el blanco de la Paz no es solo un color». Así divagó entre recuerdos con su padre, militar y que un día le dijo que «la Paz no es nada si solo se queda en la palabra, la paz hay que lucharla». Una Virgen «vestida con la heráldica de la luz. La Paz es blanca porque es infinita». Años después, conoció a su mujer Rocío, vecina del barrio e hilo conductor para «querer» a la dolorosa del Porvenir. Su segunda hija, de nombre Blanca, guarda relación con la Virgen de La Paz. Un barrio militar donde «La Paz es amor y es mi amor».

Robles lanzó palabras desde el corazón, en un acto «sin papeles, porque lo que voy a contar aquí no es mío, es algo que protagonizó hace 24 años un niño de dos. Se estrenó viendo cofradías en el Porvenir».

«Para mí la verdad de la Semana Santa está en el nazareno que entrega un caramelo a un niño por primera vez. Ahí está su secreto: se vive con los ojos limpios de la infancia… o no merece la pena». Robles continuó su recorrido sentimental comentando que «con el tiempo, cuando ya había rebasado la frontera de la juventud, ese niño sufrió una enfermedad muy grave. Un Domingo de Ramos en el hospital se marcó su objetivo: el año que viene iría al parque de María Luisa para ver esa cofradía. Y fue. Gracias a un trasplante de médula». La Paz lleva el cirio de los donantes en su candelería. «Así será coronada. Y esa labor en pro de las donaciones debería ser uno de los anclajes de la Semana Santa actual. Las cofradías no surgieron para el lucimiento vano, sino para la caridad en hermandad». Unir la enfermedad con el motivo de una coronación, ya que «el primer donante fue el que dio su cuerpo y su sangre por nosotros. A ver si nos vamos enterando».

Texto: Jose Javier Comas Rodriguez

 

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