Con honda satisfacción y profunda alegría, como Párroco de la de San Sebastián y Director Espiritual de la Hermandad de la Paz, tengo el privilegio de tomar la palabra en estos días de gracia espiritual en torno a la Coronación Canónica de María Santísima de la Paz.

Como si de contar en voz alta mi experiencia espiritual en este tiempo reciente se tratara, quiero hacerlo desde el presente, hacer memoria del pasado y orar al Señor de la historia por los tiempos venideros. Y lo hago con la intención de narrar lo que ha sido y es, y estoy convencido que será, un regalo de Dios.

Hacer memoria de estos años de preparación supone dar gracias a Dios, Dador de todos los bienes, y reconocer el esfuerzo de todos los implicados, Hermandad y Parroquia, en un común e ilusionante proyecto movido por la devoción a la Virgen, Nuestra Madre. La Misión Cofrade que hemos desarrollado por espacio de dos años, ha servido atodos para crecer en nuestra respuesta a la vocación cristiana, para tomar conciencia de nuestra pertenencia a la Iglesia y para abrir los ojos y mejor responder, a través de la obra social proyectada, al mandato ineludible delamor fraterno. La historia, breve pero rica, de estos dos años, es auténtica y gozosa experiencia de comunión eclesial, Parroquia y Hermandad unidas en filial cariño hacia la única Madre.

El momento presente es tiempo de recoger el fruto de devoción de nuestros mayores, hermanos de la Paz y feligreses de San Sebastián, a la que es Madre y Señora de nuestro barrio del Porvenir. Es ocasión para manifestar la devoción sincera a la Virgen, la Madre que nos orienta en el camino del verdadero seguimiento de su Hijo, el Señor de la Victoria, y que no es otro que la vivencia misma de la santidad. En esteempeño, y con la ayuda de la gracia, nos congregamos todos para alabar, bendecir y dar gracias a Dios Nuestro Señor por el don inmenso de su Madre, nuestra Madre.

Pero la meta no está puesta en el día feliz, soñado y ya cercano de la Coronación de la Virgen en la Santa Iglesia Catedral. La esperanza nos lanza a volver a nuestra Parroquia de San Sebastián conscientes de la responsabilidad a la que nos urge el mismo Dios, pues coronar a la Virgen es un privilegio al que habrá que corresponder con los más sinceros deseos de dar verdadero y creíble testimonio de fidelidad a su divina voluntad. La Hermandad y la Parroquia tendrán que dar cuentas en la vida cotidiana de todo el beneficio espiritual recibido en este tiempo.

Demos gracias a Dios por lo vivido, oremos en esperanza por lo que está por llegar, y vivamos el presente con total docilidad al Espíritu Santo de Dios.

Aprovechando la oportunidad que se me brinda, permitidme una humilde y personal confidencia. Tengo la satisfacción de haber desarrollado la mayor parte de mi vida sacerdotal en la bendita parroquia de San Sebastián, lo que supone vivir cada día mi ministerio ante la miradallena de ternura y serenidad de la Virgen de la Paz. El privilegio de vivirjunto a Ella, en su misma Casa, de iniciar cada día la jornada ante el Señor Sacramentado y ante sus ojos de Madre, de rendir cada noche mi trabajo en su presencia, es don inmerecido, y refuerza, en el tiempo que pasa lleno de nombres y oraciones, mi cariño filial y mi devoción como sacerdote hacia laMadre de Dios que tiene el rostro y el nombre de nuestra Virgen de la Paz.

Como cada noche, en el mejor rincón de la Parroquia, en diálogo agradecido con el Señor, elevo mis ojos a la Virgen para dejarme mirar por Ella. En sus ojos puedo contemplar el día entero queconcluye, don del Señor. Hoy en mi oración, llena de gratitud, puedo contemplar en los ojos de la Virgen muchos rostros, de personas muy queridas que se dejaron mirar por Ella, y recordar muchos y felices acontecimientos y sentir la fuerza extraordinaria de tanta gracia de Dios recibida, para vivir en esperanza los muchos frutos que vendrán.

Coronar a María Santísima de la Paz es un privilegio, es un auténtico acontecimiento de gracia, y de ello puedo dar fe con gran alegría.

 

Isacio Siguero Muñoz, Pbro.
Párroco de San Sebastián y Director Espiritual